2.22.2010

Durazno pelón

Me rechinan muchas veces los títulos que son obvios y baratos, como poner alguna referencia de alimentos cuando se habla de Durazno, Canelones... por ejemplo. Bueno, ya lo hice cuando puse que el equipo magarato estaba en almíbar, prontito para ser comido, en la opinión anterior. Y hoy también soy incoherente por este tema, es que me puede hacer referencia al durazno que más me gusta, porque soy haragán para pelarlos, la mitad se me va con la cáscara. Pero ese durazno pelón se deja... solo lavarlo bien y listo. Y así nomás es, Durazno es pelón. Por varios motivos. No es muy caro, no tiene mucha calidad. No es tan vistoso, quizás algún otro más aparatoso se compra más fácil por lo ojos. Además es chico. Pero claro, tiene un par de ventajas sobre el resto, es práctico. Lo mismo con el equipo de la fruta mencionada mil veces ya en esta columna. Durazno es práctico. Porque no juega tanto como parece... pero gana. A San José le costó muchos kilos poder entender como entrarle. En este último cotejo en el Landoni se lo superó estrategicamente unos 75 minutos de juego. Recién faltando 15 para terminar, Fabián Morán tranquilizó a la gente que fue a ver otra cosa. Tres minutos después el penal que sentenció todo cuando se terminaba el partido, y la vida de San José. El equipo maragato que en casi todo el partido tuvo la clasificación en el bolsillo, digo, en el chismoso. Encontró el gol a los 35 del primero con un soberbio remate de Sebastián Rebollo de afuera, para vences a Revello que nada pudo hacer. Illada, el entrenador de San José, lo leyó bien pero le costó digerir los cambios. Con un 1 a 0 a favor, para el segundo tiempo había que controlar y cerrar el partido, se caía de maduro que Durazno uno te iba a hacer. A impulso desprolijo y sin definición acertada, los locales acorralaron a la visita. Contragolpes que no aparecían del sanjo y los minutos que cansaron más a los que se resguardaban. El postre estaba en la heladera. Cuando Morán mató el juego lo demás hasta el final fue infartante. Porque San José fue a buscar el empate que lo metía en penales, pero una ensalada de situaciones desfavoreció a los blancos. La demora, la suerte de Revello y la mala definición en un par de chances de los maragatos. Todo terminó con un equipo sabedor que se pierde por un proceso irregular, más por errores propios que por virtudes ajenas. Al final, sí estaba en almíbar la selección de Illada, se la comió Durazno que lo peló en el final de la historia. Ahora, los rojos piensan en Colonia, y en San José comienzan las mismas críticas de siempre, generalmente intrascendentes para el futuro.

Por Diego Travieso

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